LA PUERTA 12
En el atardecer grisáceo del domingo 23 de junio de 1968, cuando después del superclásico la multitud que había llenado el Monumental trataba de retirarse con los desórdenes de rigor, se desató la masacre, el espanto y el misterio argentino que trata por todos los medios de tapar las miserias. Todos los detalles y todos los antecedentes que se remontan a un cuarto de siglo antes, con un hecho casi idéntico, en el mismo lugar.
23.10.08
Ni el autor ni el contenido de esta bitácora tienen algo que ver con la versión en otros formatos de la tragedia, sobre todo con la invisibilización aleve, tilinga y cretina de la Dra. Palumbo, sobreviviente del matrimonio de profesionales que defendió a capa y espada a casi todos los deudos de los crápulas de turno en la AFA y que sigue siendo un testimonio vivo incomparable. Los marketineros, nadadores a dos aguas y pertenecientes al bando ¡Figuración o Muerte! podrán seguir haciendo estragos, darles cámara solamente a la actual dirigencia de River Plate, igual a la de 1968 y a la del siglo XXII, si es que el fútbol sobrevive, pero jamás que se oculte la verdad. Por más fintas fashion que hagan y mintiendo con cara de piedra a los que preguntan por algo más que un traspié informativo, argumentando que se enteraron cuando estaban en la posproducción o que les dijeron que los integrantes del matrimonio habían muerto. Todo de buenas intención, que no tuvieron mala onda. Y no. Son tilingos, irresponsables, adoradores del Dios Mercado y prefirieron las entrevistas a figurones mediáticos para atraer chichipíos a la verdad histórica. Creen, eso dicen, que no embarran la cancha por armar una vocinglería de notables con algo de raiting o trepadores que aprovechan el derrumbe para subir más rápido. Y a pesar del fracaso van por más. Ahora están empeñados en otra comparsa, más grande, con toda la violencia futbolera nacional. ¿Ideas? Sólo una: hacer plata y cholulear, aunque sea con el dolor de los deudos y los siempre prestos expertos y periodistas deportivos, guitarreros del dolor ajenos e industriales de las lágrimas de cocodrilo.
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