EN UN PAIS CATOLICO DONDE LOS MUERTOS NO RESUCITAN
-El ya está muerto –contestó con el mismo dejo con que un condenado puede ultimar detalles de la ceremonia con su verdugo–. ¿Que vos lo sepas va a servir, acaso, para devolverle la vida?
Ni la acidez del Cándido de Voltaire supera la maleabilidad adaptativa de los argentinos no ante todo trance, sino ante cualquier trance. El sofisma pretende enmascarar un planteo existencial mucho más profundo: en la vida, ¿de qué sirve saber? Sin embargo, entre nosotros, con algodones para no herir el siempre exacerbado orgullo nacional: en la Argentina, ¿de qué sirve saber como no sea para joderse más la vida?
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